El mercado hipotecario en España ha sido muy cambiante en los últimos años (especialmente el último lustro) debido a los vaivenes inmobiliarios surgidos a partir de la inestable situación económica que estamos dejando atrás.
Se puede decir que este año 2016 -y ya el año pasado- el escenario hipotecario se estabilizó gracias en gran parte a las facilidades de crédito que las entidades bancarias han sabido gestionar y a los bajos tipos de Euribor (que este pasado mes de Febrero¿16 situó por primera vez la referencia a 12 meses en terreno negativo, fijándolo en un -0,008%). Ello ha generado una gran accesibilidad al dinero y por tanto a la consecución de préstamos hipotecarios.
Así pues, con un parque inmobiliario español sumamente calibrado (en viviendas nuevas y de segunda mano); un sistema financiero totalmente saneado y un mercado que nuevamente es demandante de viviendas, se abre un panorama especialmente positivo en lo que respecta a la compra-venta de inmuebles en cualquiera de sus figuras: residencial (particulares) suelo (promotores y constructores) e industrial (empresas e inversores).
Según datos oficiales, el pasado año 2015 se cerró con 401.281 transacciones inmobiliarias, de las cuales Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid con 76.767, 61.107, 59.660 y 57.297 respectivamente encabezaron el ranking de gestiones inmobiliarias totales por CCAA. Así mismo, y según datos de la AHE -Asociación Hipotecaria Española- el volumen de crédito hipotecario total asciende a 692.584 millones de Euros, siendo el importe medio de cada hipoteca de 99.353? y el plazo de vencimiento o amortización en torno a los 16 años.
Con este contexto, y atendiendo a los datos operativos de GARSA en el primer trimestre de año, la previsión interanual para todo 2016 continuará guardando una estabilidad con una leve tendencia a la baja dentro del sector inmobiliario e hipotecario en España.
Cabe decir, como bien puntualiza Oscar Gómez -Consejero Delegado de GARSA- que pese a existir una situación óptima en el mercado hipotecario, no se deben obviar variables macroeconómicas tan diversas como la evolución del PIB, tasas de desempleo o descenso del IPC entre otras, ya que aunque de manera moderada, estas variables pueden alterar sensiblemente el desarrollo natural de los datos de consumo inmobiliario y de volumen hipotecario.